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Un ángel gris I


· Sinitaivas 051 - 08/12/02


¡Supongo que en el fondo él seguía profundamente enamorado, estoy seguro de que estaba profundamente enamorado...

Pero a veces las cosas no son tan sencillas, en ocasiones no basta con querer amar, ni con creer que se es amado... En ocasiones no basta con amar para sentir amor, y supongo que esto es una gran verdad, y a la vez una enorme desgracia...

Aquel día Ángel había discutido con su mujer. Llevaban algún tiempo un poco tensos, distanciados, porque Ángel creía que Cristina no estaba dispuesta a mantener el tipo de relación que Ángel deseaba. Para él ella era lo más importante, lo único, y sabía que estaría dispuesto a darlo todo por ella si fuese necesario, estaría dispuesto a renunciar a su propia felicidad por la felicidad de ella, tenía la certeza de que, no importaba lo que pasara, ella seguiría siendo lo más importante en su vida, ..., pero también sabía que ella no sentía lo mismo por él, ..., y eso le dolía...

Para ella lo más importante era su mundo y su vida, y sí, Ángel había pasado a formar parte de su mundo, de su vida, pero él era solamente una de las piezas de aquel extenso puzzle y Ángel sentía que para Cristina no suponía un gran problema tener un puzzle inacabado, mientras que las piezas "importantes" estuviesen colocadas, ..., supongo que Ángel se consideraba a sí mismo una pieza "poco importante" en el gran puzzle de la vida de Cristina...

Ángel a veces deseaba ser una pieza importante, deseaba ser una de esas piezas "clave", sin las que los puzzles no tienen a penas sentido, porque en el fondo se sentía prescindible, y él, bajo su visión estúpidamente romántica de la vida, quería significar todo para alguien que lo significaba todo para él...

Aquella tarde la discusión había sido un poco más dolorosa que otras veces, y como hacía siempre que se sentía dolido y triste, decidió apartarse un poco y no agitar las aguas más de lo que estaban, así que cogió su viejo chaquetón gris y su querida bufanda de lana oscura y salió a dar una vuelta, para pensar, para darse tiempo, para respirar un poco de aire fresco y tranquilo, o por lo menos todo lo fresco y tranquilo que la ciudad gris y ajetreada le permitiera.

Mientras paseaba, miraba fijamente al suelo, alzando tímidamente la mirada en contadas ocasiones, como si no quisiera ver hacia donde se dirigía. Pensaba en el gran dilema al que estaba siempre sometido, porque sentía que quería dar lo mejor a Cristina, sentía que quería darse a Cristina, y a la vez, en ocasiones, pensaba que tal vez Cristina nunca le ofrecería a él un amor tan fiel. Y no es que creyera no lo amaba, pues nunca nadie lo amó tanto como ella, y nunca se sintió querido como junto a ella, era sencillamente una extraña sensación que le ahogaba, provocada por la oscura certeza de que jamás recibiría ciertas atenciones y detalles por parte de su amada. A veces sencillamente sabía que ella no sería capaz de hacer ciertas cosas por él, y se sentía tremendamente hundido cuando comprobaba que no había errado en su suposición...


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