Sinitaivas: Historias de Otto el Piloto por jEsuSdA.
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Había parado a repostar en uno de
esos muchos aeropuertos pequeños y poco frecuentados, en los que
los del gremio aprovechamos para estirar las piernas dando un ligero
paseo mientras nuestros planeadores se surten con los litros de
combustible necesarios para cubrir la siguiente etapa de nuestro viaje.
Estaba tan distraído en mi paseo, pensando y dándole
vueltas y más vueltas a un sinfín de cosas en mi cabeza,
caminando lentamente a la luz del sol de la tarde, que brillaba en lo
alto de un azul y limpio cielo de otoño, que no me di cuenta de
que me había alejado demasiado del aeropuerto hasta que
reparé en que ya no podía ver su larga y estrecha pista
de asfalto troceado. Fue entonces cuando me detuve, intentando alargar
un poco más aquel relajante paseo, frente al jardín de
uno de esos hospitales psiquiátricos en los que suelen internar
a aquellos a quienes no entendemos...
Pasé el tiempo suficiente frente a aquel jardín como para
conocer a algunos de ellos. Uno recorría inquieto el
jardín de punta a punta, preguntando al resto de
compañeros, con cara de niño solitario, si le dejaban ser
su amigo. Otro, aún más inquieto si cabe que el primero,
se entretenía abrazando y besuqueando a todos los presentes,
esperando recibir igual gesto en recompensa. Un anciano solitario,
alejado del resto, sentado en un viejo banco bajo un enorme sauce,
gritaba y aullentaba a cuantos intentaban acercársele, alegando,
según él con razón, que todos pretendían
hacerle daño y lastimarle. Una hermosa, y aparentemente
asustadiza muchacha, permanecía cerca de la puerta principal,
cerrada a cal y canto, claro está, aferrada fuertemente a las
rejas de la misma, mirando nerviosamente el reloj, como si esperase la
llegada inminente de alguien a quien llevaba esperando toda la vida y
que, injustamente, nunca apareció, ..., mucho me temo que
jamás aparecería. Otro hombre mayor, vestido de general
del ejército mayor, se balanceaba en una vieja mecedora de
junco, mientras susurraba, casi sin tomar aliento, historias pasadas
sobre grandiosas batallas que él mismo protagonizó, y que
al parecer no suscitaban interés alguno entre sus
compañeros de recreo.
De regreso al aeropuerto, en busca de mi viejo y trasto planeador para
proseguir con mi viaje, no podía dejar de pensar en aquella
gente y en su no tan extraño comportamiento...
No podía dejar de preguntarme por qué no estaban los
psiquiátricos totalmente llenos o totalmente vacíos, ya
que, en el fondo, no creía que el resto de los mortales
estuviésemos más sanos que ellos la mayor parte del
tiempo.
Buscando alguien a quien querer, buscando alguien que nos quiera,
alejando a la gente que pensamos nos va a lastimar, esperando
eternamente el regreso de esa persona que nunca llega, viviendo una y
otra vez en el recuerdo de pasadas historias... así vivimos
más de uno, y más de dos...
¡Qué bueno sería recibir algún tipo de terapia...!