Inicio > Otto > Documentos Sinitaivas > Sinitaivas Actual

El Viajero


· Sinitaivas 024 - 10/09/01


El Sol de media tarde se escurría por entre los altos edificios dibujando extrañas y azarosas sombras por doquier que contrastaban con la pureza y claridad del cielo de aquel día. La brisa taciturna acariciaba los árboles que se balanceaban de un lado a otro como si quisieran jugar los unos con los otros...

Yo había pedido mi tercer café porque la conversación, dentro en el oscuro bar del hangar, en la mesa de siempre, junto a la ventana, se tornaba más interesante por momentos. Había conocido a un extraño personaje al que había invitado a sentarse conmigo tras observar como intentaba encontrar asiento sin fortuna, en el siempre concurrido bar al que todos los pilotos acudíamos un día sí y otro también para relajarnos tras alguno de nuestros viajes.

En sus ojos cansados y sus manos arrugadas se podía ver con claridad el verdadero espíritu de un curtido aventurero al que la fortuna y el tiempo no habían perdonado ni una de sus faltas, y así era, porque, ya mediado el segundo café, me había contado mil y una historias relacionadas con sus viajes hacia los lugares más recónditos en busca de los más recónditos tesoros, y de cómo casi constantemente había sido presa del fracaso.

En sus viajes había conocido a muchas personas y, como él mismo comentaba con nostalgia, muchas de aquellas le siguieron durante algún tiempo. Otras veces, él les siguió. Y en todas ocasiones sus caminos acabarían separándose, llevando a cada cual a surcar cielos diferentes y alejados...

Su mayor deseo era el de encontrar alguien dispuesto a acompañarle en sus viajes, o quizá alguien a quien él pudiese acompañar, ..., en el mejor de los casos deseaba encontrar a alguien que viajara a su lado, sin rumbo...

- ¡Un compañero leal es el mayor tesoro! - , decía alzando la copa de cerveza colmada, como si de un gesto de brindis se tratara, antes de ponerla en su boca para inclinarla hasta no dejar ni el más mínimo resto de espuma en ella.

- Así es, amigo Otto, un compañero leal es el mejor tesoro, y yo he viajado surcando los cielos en busca de alguien con quien compartirlo, ..., alguien que lo compartiera conmigo...- y hacía un receso, que acrecentaba mi interés por conocer si había conseguido encontrarlo... - ¡¿Pero sabes qué?!, que ese es un tesoro que uno no puede encontrar por mucho que lo busque - y sentenciaba rotundamente con una risa irónica en el rostro que me dejaba, a la vez que aturdido, más intrigado.

- Uno no puede hacer que alguien le ame, sólo puede intentar convertirse en alguien a quien se pueda amar, ..., ¡el resto depende de los demás!- y estallaba a reír ante mi cara de estupor por esa enorme, sencilla, y pura verdad, que él había tardado en descubrir, quizá demasiado tiempo...



Volver al tope de la página


[cc] jEsuSdA 8)
Consulta la sección Información para saber a cerca de la política de uso y distribución del contenido de esta web.