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La Casualidad que estábamos esperando


· Sinitaivas 023 - 23/08/01


Soñé con campos verdes de flores salpicados,
Soñé con cielos limpios de nubes adornados,
Soñé con noches claras de estrellas que brillaban,
Soñé contigo y no quise despertarme...

Había pasado mucho tiempo, este último viaje me había llevado demasiado lejos de todo y de todos, pero por alguna extraña razón me había acercado un poco más a mí mismo, y pensé que, tal vez por ese estúpido motivo, había merecido la pena.

Cuando me disponía a regresar me daba cuenta de que volvía al punto de partida, pero algo en mí había cambiado y eso me tranquilizaba, porque no veía ese regreso como un paso atrás, sino como una vuelta a empezar, pero con la ventaja de haberlo intentado antes, con el conocimiento que me habían brindado los tropiezos anteriores.

Mientras preparaba el equipaje para este nuevo viaje que me aguardaba, daba los últimos retoques a mi viejo y trasto planeador esperando que aguantara las embestidas del viento y estudiaba las rutas a seguir, no dejaba de pensar en todos aquellos peligros con los que, no mucho tiempo atrás, había tenido que enfrentarme sin mucha fortuna.

Me preguntaba a mí mismo si debería sentir miedo en caso de volver a encontrarme con ellos, ..., y tras pensarlo durante unos interminables instantes me pareció estar verdaderamente convencido de que no sentiría temor si, llegado el momento, tuviera que medir mis fuerzas una vez más enfrentándome a aquellos peligrosos vientos de poniente y aquellas tempestades que hacían tambalear mi frágil planeador en la oscuridad y las tinieblas...
Pero, sin duda alguna,  no podía evitar sentir miedo al pensar que, tal vez, estaba equivocado...

A veces nos sentimos extrañamente intimidados ante la idea de volver a plantar cara a situaciones que con anterioridad nos hicieron sentirnos vulnerables, débiles, e incluso derrotados. Y quizá, si lo intentamos de nuevo, y todo sale bien, aquellos temores que tiempo atrás nos hicieron tambalear se esfuman como la ceniza que la brisa arrastra...

Pero otras veces sucede que volvemos a encontrar la derrota una y otra vez ante las mismas puertas, que parecen, cada vez, más grandes y más fuertes, más difíciles de abrir y atravesar...

Mi amiga Beusant solía decirme que para llegar a la meta, sólo hace falta no sentir deseos de abandonar en ningún momento el camino.

Y eso es todo cuanto necesitamos para esquivar los peligrosos vientos de poniente y las tempestades de la oscuridad y las tinieblas, eso es cuanto hemos de hacer para abrir las puertas que nos liberen de cada uno de los obstáculos del camino...
Sentado en mi viejo y trasto planeador, con el rugido del motor de fondo, dispuesto a partir una vez más en otro de mis azarosos viajes, sólo pienso en no abandonar jamás la dirección que me lleve a mi destino, pase lo que pase...

¡No abandones tú tampoco!



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