Sinitaivas: Historias de Otto el Piloto por jEsuSdA.
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Soñé con campos verdes de flores salpicados,
Soñé con cielos limpios de nubes adornados,
Soñé con noches claras de estrellas que brillaban,
Soñé contigo y no quise despertarme...
Había pasado mucho tiempo, este último viaje me
había llevado demasiado lejos de todo y de todos, pero por
alguna extraña razón me había acercado un poco
más a mí mismo, y pensé que, tal vez por ese
estúpido motivo, había merecido la pena.
Cuando me disponía a regresar me daba cuenta de que
volvía al punto de partida, pero algo en mí había
cambiado y eso me tranquilizaba, porque no veía ese regreso como
un paso atrás, sino como una vuelta a empezar, pero con la
ventaja de haberlo intentado antes, con el conocimiento que me
habían brindado los tropiezos anteriores.
Mientras preparaba el equipaje para este nuevo viaje que me aguardaba,
daba los últimos retoques a mi viejo y trasto planeador
esperando que aguantara las embestidas del viento y estudiaba las rutas
a seguir, no dejaba de pensar en todos aquellos peligros con los que,
no mucho tiempo atrás, había tenido que enfrentarme sin
mucha fortuna.
Me preguntaba a mí mismo si debería sentir miedo en caso
de volver a encontrarme con ellos, ..., y tras pensarlo durante unos
interminables instantes me pareció estar verdaderamente
convencido de que no sentiría temor si, llegado el momento,
tuviera que medir mis fuerzas una vez más enfrentándome a
aquellos peligrosos vientos de poniente y aquellas tempestades que
hacían tambalear mi frágil planeador en la oscuridad y
las tinieblas...
Pero, sin duda alguna, no podía evitar sentir miedo al pensar que, tal vez, estaba equivocado...
A veces nos sentimos extrañamente intimidados ante la idea de
volver a plantar cara a situaciones que con anterioridad nos hicieron
sentirnos vulnerables, débiles, e incluso derrotados. Y
quizá, si lo intentamos de nuevo, y todo sale bien, aquellos
temores que tiempo atrás nos hicieron tambalear se esfuman como
la ceniza que la brisa arrastra...
Pero otras veces sucede que volvemos a encontrar la derrota una y otra
vez ante las mismas puertas, que parecen, cada vez, más grandes
y más fuertes, más difíciles de abrir y
atravesar...
Mi amiga Beusant solía decirme que para llegar a la meta,
sólo hace falta no sentir deseos de abandonar en ningún
momento el camino.
Y eso es todo cuanto necesitamos para esquivar los peligrosos vientos
de poniente y las tempestades de la oscuridad y las tinieblas, eso es
cuanto hemos de hacer para abrir las puertas que nos liberen de cada
uno de los obstáculos del camino...
Sentado en mi viejo y trasto planeador, con el rugido del motor de
fondo, dispuesto a partir una vez más en otro de mis azarosos
viajes, sólo pienso en no abandonar jamás la
dirección que me lleve a mi destino, pase lo que pase...
¡No abandones tú tampoco!