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La Paradoja


· Sinitaivas 005 - 16/11/00


Una y otra vez, una y otra vez, una vez y otra en mi cabeza da vueltas, y vueltas, y vueltas, y mil vueltas más, y no puedo sacarla, ni quiere salir, y en el fondo, no quiero que se vaya...

A veces quiero hacer las cosas bien, porque noto que si me equivoco al hacerlas hago daño a alguien, y me hago daño a mí. La mayoría de las veces quiero hacer las cosas bien y acabo haciendo daño a los demás y a mí mismo. Y es una auténtica putada, porque la gente por la que más me esfuerzo en no dañar es la gente a la que quiero, que es, he ahí la paradoja, la gente a la que más daño propino por intentar hacer las cosas bien...

A lo largo de mis viajes me he sentido traicionado por aquellos a los que más quería, a veces he dado tanto de mí a los demás que cuando no he recibido lo que esperaba me he sentido traicionado. Y no es que esperara recibir lo dado, ni siguiera la mitad de lo que dí, lo único que he esperado recibir a cambio ha sido un poco de atención...

Algunas veces he dado tanto de mí, que cuando no he recibido ni siquiera un poco de atención, me he sentido tan mal que he pensado incluso abandonar la aviación. A veces incluso llegué a apagar el motor de mi planeador en pleno vuelo porque me sentía tan vacío que no quería seguir volando. Suerte que a mí lo de las caídas en picado siempre se me ha dado bien, y he logrado arrepentirme a tiempo y retomar el vuelo de un modo u otro antes de estrellarme contra el suelo.

Pero no me gusta tener que hacer ese tipo de maniobras, las detesto, no me gustan nada, y por eso evito el tener que hacerlas siempre que esté en mi mano. Por ahora, la única manera que se me ha ocurrido para evitar estas desagradables piruetas es la de alejarme de la gente antes de que me sienta traicionado (Quien evita la ocasión, evita el peligro.)...

Lo malo es que con frecuencia me equivoco, y me alejo de la gente que no me hubiera traicionado, entonces soy yo el que los traiciona de algún modo, y eso tampoco me gusta.

Conozco a muchos pilotos como yo, que no son malos, ni tienen mala fe, pero sienten tanto miedo a sentirse traicionados y solos, sienten tanto miedo a dar sin recibir, que cuando atisban la más remota posibilidad de peligro no pueden evitar huir lejos...

Yo he dejado poco a poco de darme a la gente que me importa, y he comenzado a huir de todos lados por miedo a sentirme solo, pero también me he dado cuenta de que poco a poco me he ido más lejos de todos, y me he quedado más lleno de nada...

Al final me queda poco que dar, y hay tan poca gente a la que darlo... 



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